viernes, 30 de octubre de 2020

Un año sin Hernán...

  


Hace una año, este 30 de octubre, que Hernán Nieto no está con nosotras, con su familia, con su amigos y hasta con quienes no lo eran. En los últimos 30 años de mi vida, estuvo, en ausencia o en presencia, pero estuvo.


Resulta raro para mi hablar en pasado refiriéndome a él, es como si, simplemente, hubiese hecho un paréntesis y ya pronto va a regresar...aunque sé, en lo más profundo de mi ser, que no es así. Que solo en la memoria volveremos a estar, a conversar, a discutir, a reirnos, a comer su arroz chino o su chopsuey que tanto le gustaba hacer, cuya salsa de soya es posible que haya tenido que ver con su enfermedad, según he leído.


He necesitado un año, con sus 365 largos, terribles e insólitos días, para poder escribir algo sobre él. Cuando algo me lacera, enmudezco y ni hablar puedo. Es un duelo tan profundo que me silencia toda.


Conocí a Hernán ejerciendo más que un acto de valentía, un acto de coraje. Allá por los lejanos, tormentosos e imprescindibles años 70. Ocurrió en los pasillos de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de LUZ. Allí, como representante de la Liga Socialista, se presentó solo en el principal bastión del MAS en la universidad, en busca de una tregua para un enfrentamiento que ya se asomaba como riesgoso para la integridad, y la vida, de más de un militante, de ambos grupos. Felizmente, la confrontación no pasó a mayores y sé que la presencia de Hernán, en ese espacio, contribuyó a ese logro.


Luego comenzó a militar en el MAS, con los empleados universitarios, dado que ya trabajaba en la FEC. Allí comenzamos a tratarnos más...Conocí a sus hijos y a su madre, a su padre y hermanos. Allí nos hicimos amigos.


Generalmente, teníamos conversaciones de altura. Crecíamos intelectualmente juntos. Fuimos grandes confidentes. En muchos casos no coincidíamos, pero terminaba privando el afecto y la solidaridad. Luego llegó Chávez y por supuesto, que él se situó en primera fila. No siempre soportaba críticas, aunque eso fue cediendo, y así transcurrieron estas casi dos décadas del siglo XXI, cuando en el mes de agosto del 2019, su hijo Lenín me informó que su papá padecía de ELA.


ELA, Esclerosis Lateral Amiotrófica, jamás había oído hablar de esa enfermedad y jamás me la quisiera encontrar de nuevo en mi camino. ¡Qué mala manera de conocerla! Su hijo me dijo que esa era la enfermedad que padeció Stephen Hawking, el científico descubridor de los agujeros negros y entendí una parte. La otra, me la explicó San Google y de qué manera, navegué por mares de informaciones, datos y casos y cada vez quería saber menos. La ELA es “una enfermedad de las neuronas en el cerebro, el tronco cerebral y la médula espinal que controlan el movimiento de los músculos voluntarios (…) Con el tiempo, esto lleva a debilitamiento muscular, espasmos e incapacidad para mover los brazos, las piernas y el cuerpo. La afección empeora lentamente. Cuando los músculos en la zona torácica dejan de trabajar, se vuelve difícil o imposible respirar”. El pedía que le lleváramos información, hasta que entendí que no valía la pena ahondar en lo inevitable: no se le conocía cura hasta ahora y el enfermo estaba destinado a morir, en una muerte lenta, atroz, porque iba perdiendo movilidad. Hablaban de 3 a 6 años de sobrevida.


Hernán solo duró 3 meses desde el momento del diagnóstico hasta su deceso, allá en el lejano y hermoso Boconó. Ciudad a la que se fue en busca de un milagro, como él mismo me lo dijo una vez: no tengo otra alternativa, él, tan poco dado a lo alternativo, a lo homeopático, a lo milagroso, pero ya la ciencia oficial lo había desahuciado y solo quedaba esa posibilidad, alimentada por un amigo que había sido curado de un cáncer hepático, con ese tratamiento, a base hierbas y la llamada medicina cuántica y que a la larga, lamentablemente, no funcionó con Hernán, pero se intentó.


Para viajar a esa hermosa ciudad, se puso en funcionamiento una larga cadena de solidaridades que le permitió viajar con su esposa e hijo, instalarse e iniciar el laborioso y costoso tratamiento. Estuvo algo más de un mes en eso y fiel a su formación científica y pragmática, decidió suspenderlo, sabiendo que ya no había nada que hacer.


Creamos un grupo de guasap que viabilizó muchas de estas ayudas, que llegaron de sitios lejanos y cercanos, como Mozambique, Costa Rica, creo que Perú, y por supuesto de Maracaibo, esa ciudad que tanto amo y odio durante buena parte de su vida y de otras partes del país.


Y llegó octubre, se había ido en septiembre, no preciso la fecha y ya no importa. Fui a Boconó a verlo, a despedirme, porque a los amigos hay que despedirlo, así nos duelan hasta lo insoportable. Cuando supe que su hijo Ilich había venido de Colombia a despedirse de él, supe que estábamos ante un hecho cumplido, inevitable y cercano. Lo acompañé todo lo que pude y más.


En Boconó hablamos como viejos amigos, como si no nos estuviéramos despidiendo, su hijo Lenín nos dejo solos. Y hablamos bastante, no obstante su dificultad para hacerlo. Sentía que yo flotaba en una nube de dolor, que no tenía antecedente, no quería ser yo, pero era yo. Trate de no llorar, de estar a la altura, ignoro si lo logré pero lo intenté. Me pidió algunas cosas, me habló de algunos deseos y lo demás casi no lo recuerdo, hizo hasta humor erótico y yo solo me sentí flotando en esa nube de dolor, sin peso, hasta que ya transcurrida una hora tenía que regresar a Valera. Una de las palabras, que más de una vez me repitió a lo largo de su agonía fue: “ Viví como 120 años, no le debo nada a la vida ni ella me debe a mi”. Recuerdo que lo abrace y lo besé con todas mis fuerzas, ya casi no emitía palabras y salí corriendo, como huyendo de lo que vendría. Tengo recuerdos de la atmósfera pero muy poco de lo que hablamos...


La visita fue un sábado y el miércoles siguiente, 30 de octubre, murió. Luego vino su traslado a Maracaibo, su breve velorio, su exhumación, y ahora su primer año. Y yo sigo pensando que, a lo mejor, un día de estos me llama y me dice, como solía hacerlo : Epa Morelita!








miércoles, 30 de septiembre de 2020

Quino nuestro....

 




Por más que lo intento no lo puedo evitar; tengo muchas ganas de llorar con esto de la muerte de Quino. Quino nuestro. Me hice adolescente leyendo a Quino. Fui a la Universidad leyendo a Quino. Me metí en política leyendo a Quino. Crecí leyendo a Quino. Me hice adulta leyendo a Quino. Envejezco leyendo a Quino. Moriré leyendo a Quino. Nunca me cansé de leerlo, celebrarlo y reírme, sobre todo eso. Incluso, alguna vez, hasta me llegaron a llamar así.


No hay manera de entender buena parte de la segunda parte del siglo XX sin Quino, Mafalda y sus amigos. Desde 1964, cuando comenzó a publicarse la tira, como una campaña de publicidad encubierta destinada a la empresa de electrodomésticos Mansfield, su presencia no ha cesado. Aun cuando se dejó de hacer en 1973, los dibujos siguieron publicándose en todos los formatos posibles: libros, agendas, franelas, marcalibros, afiches, hasta en dibujos animados se hicieron y se seguirán haciendo. Maflada ha sido traducida a más de 30 idiomas. En Buenos Aires, en barrio San Telmo, desde el 2010, hay una plaza con su estatua para el disfrute de los porteños y sus visitantes.


Las reflexiones de Mafalda son una cátedra permanente, no buscada por su autor, sobre diversos tópicos, aderezados de humor, que nos dieron pistas sobre temas como la desigualdad, la injusticia, el feminismo, la ecología, la política, por citar algunos, mucho más contundente que algunos de los textos universitarios que nos tocaba leer.


Este miércoles 30 de septiembre, la tuitosfera hispanoamericana estalló en recuerdo de Quino, Mafalda y sus amigos, si hasta el vicepresidente de España, Pablo Iglesias, el presidente de Argentina y Cristina Kitc le ha dedicado un tuiter, lamentando la muerte de su creador.


En el 2014, Quino le declaró a Página 12 de Argentina “Aquella fue una época muy llena de acontecimientos; parecía que el mundo iba a cambiar para mejor; estaba Mayo del ’68, estaba la buena guerrilla en América latina –también había de la mala–, estaba Juan XXIII, había mucha esperanza de que el mundo cambiara. Después cambió, no digo que para peor, pero para seguir como siempre.”


Con la muerte de Quino, Joaquín Salvador Lavado era su nombre de pila, una siente que buena parte de nuestra adolescencia, juventud y... sueños se van con él. El mundo no fue cómo lo soñamos y por el que dedicamos años de nuestras vidas en diversas militancias, convencidas de que andábamos cerca. Pues no fue así y Quino le pone la guinda a esta contundencia. Ya tampoco estará él para recordarnos, con su humor ácido y tierno a la vez, que todo era posible... pero no fue. Nos dejo, eso sí, el sabor dulce de la esperanza y del sueño compartido.




Luis Hómez, 30 años después

 

 

 

Digo 30 años y no digo nada. Siempre me parecerá que fue ayer cuando Luis se marchó. Siempre está presente. Siempre lo recuerdo. Siempre me lo encuentro esparcido en esta ciudad, en este espacio que lo contenía, en esa zulianidad que él afirmaba expresar y “ hacerse en él”.


Durante estas tres décadas, he hecho un esfuerzo sostenido por divulgar su pensamiento, su obra, como una manera de mitigar su ausencia y su vacío, convencida de que su transitar justificó muchas eventos en mi generación y le dio sentido a una militancia. Luis murió un día como hoy, 28 de agosto de 1990, con apenas 42 años años, no obstante ya tenía un recorrido por demás interesante: había sido concejal por Maracaibo, luego diputado regional y finalmente diputado nacional. En todos esos cargo había destacado y dejado su impronta.


Luis se incorpora al MAS en el año 73, cuando regresa de Francia, luego de culminar su postgrado en Cs. Políticas, convencido de que “El MAS nace […] como protesta contra el modelo soviético, contra el autoritarismo, contra la dictadura del partido, contra todo tipo de dictadura”. Años después agregaría: “ Hijo de la discusión, el MAS no ha dejado nunca de anidarla en su fuero interno (…) enraizando sus objetivos estratégicos en las entrañas de la realidad venezolana”.


Del ejercicio municipal, su primer cargo de elección popular, pensaba que “El rescate del poder municipal, como verdadero poder del pueblo, tiene como norte (…) dos tipos de lucha que deben librase simultáneamente: la lucha contra el paternalismo (…) y el centralismo para garantizar la auténtica autonomía municipal”. Esta idea sigue vigente.


Cuando fue electo, por una mayoría abrumadora, diputado al Congreso, declaró enfáticamente que no se desligaría del Zulia y que trataría de convertirse “en el diputado que más haya defendido al Zulia, en toda su historia (…) a demostrar que es perfectamente posible ser diputado (…) y mantenerse estrechamente vinculado a la región”. Y agregaba “ Mi pasión es el Zulia. Y mientras sienta que puedo serle útil (…) no habrá nadie que pueda alejarme de esta tierra”.


De igual modo, escribió dos libros, “Cómplices y Testigos” y “El Pozo de la muerte”, sobre los casos más significativos en los que le toco actuar, así como otro texto, “ De verdad-verdad”, con los artículos de opinión que semanalmente escribía en la prensa regional y eventualmente, en la nacional. Posteriormente, la Fundación Luis Hómez publico, postmorten, otro libro con el resto de artículos escrito pero no recopilados, que se llamó “ A todo riesgo”.


Decía “no soy escritor de oficio, aun cuando debo confesar que me apasiona escribir” y agregaba que los había escrito contra reloj, con un tiempo que no tenía y que no sabia muy bien cómo lo pudo encontrar. Agregaba que gracias a Ocando Yamarte, “ gracias a su pluma comprendí que la prosa de un columnista tenía que ser, por encima de todo, dinámica, concisa y persuasiva”.


Gracias a los libros publicados y a su vehemente labor logró sacar a la luz pública la existencia de unos pozos dónde se ajusticiaban a personas, tirándolas en los mismos, por parte de algunos funcionarios de los cuerpos policiales También pudo destapar la corrupción judicial y lograr la destitución de varios jueces en el Zulia, en un acto sin precedente en el país y en el estado, buscando adecentar ese poder.


Luis Hómez tenía un objetivo que lo guiaba: “Siempre insistir, que tarde o temprano habrá una primera vez y en el país comenzará a enderezarse los entuertos (…) Lo otro consistirá en creer que todo está irremediablemente perdido y eso no ha sido nunca mi criterio. Ni lo será”.


Tenía una personalidad por demás polifacética; le gustaban los deporte, en especial el béisbol y por supuesto, Las Águilas del Zulia, por ello consideraba que era necesario “ invertir (…) recursos en crear una infraestructura deportiva masiva, hacer el deporte obligatorio en liceos y universidades, desarrollar la medicina preventiva, contratar técnicos extranjeros y preparar los propios mediante una especie de Plan Ayacucho” pero sobre todo, era un gran musico, que le había dedicado 10 años de su vida al estudio de la misma, especializándose en piano; también tocaba otros instrumentos como la guitarra y los de percusión: “Mi profesor creía que tenía condiciones para dedicarme por completo al piano, pero (…) me surgió a partir de los 13 años una desviación benigna (…) de la columna vertebral y, (…) por supuesto, con un handicap de esa naturaleza es imposible dedicarse a esa actividad [de no ser así] me hubiese gustado ser pianista-concertista”. Memorables son sus interpretaciones en las diversas celebraciones donde participaba.


Por supuesto, era un apasionado de la gaita, sus preferidas eran “ Los patinadores”, La Grey Zuliana” y “Dame razón del cantor”. Consideraba que “ La gaita es la expresión fundamental del alma zuliana. Yo la defino así. Es la reina del folclore regional (…) es (…) la anfitriona a efectos universales”.


Otra de sus características era el humor. Tenía una colección interminable de chistes que guardaba celosamente. Luis se consideraba “un hombre con mucha suerte en la vida por la familia que tengo, porque he podido alcanzar algunos de los objetivos que me he ido trazando. Es decir, yo no tengo quejas, (...) de la vida... Tengo quejas de mí mismo, de poder haber hecho algunas cosas mejor de las que hice. Pero, soy sumamente optimista. Soy idealista en el buen sentido del término”.


En relación a la elección uninominal, aprobada en Venezuela en 1989, señalaba que si bien tenía la virtud de acercar al elector y al elegido “ tiene el terrible inconveniente de desconocer el carácter plural plural de la sociedad, ignorando las minorías y favoreciendo la implantación de las plutocracias”.


Cuando fue elegido como candidato a gobernador, apoyado por todas las fuerzas de izquierda y más allá, enfatizo que “proponía un gobierno radicalmente distinto donde [los zulianos] se sientan actores y no meros objetos de la acción estatal”. Planteaba la necesidad de la designación de un fiscal anticorrupción, la creación del Defensor del ciudadano, inexistente para la época y la elección de los Prefectos en consulta con las asociaciones de vecinos, así como la erradicación de la recluta militar, y la creación de una Secretaria de Asuntos Territoriales Fronterizos. Consideraba a la noción de zulianidad como el eje de su propuesta.


Durante las campaña le dieron dos yeyos que minimizaron su presencia en la misma y que fueron los síntomas de la enfermedad que lo aquejaba.


En cuanto a la elección propiamente, días antes declaró con vehemencia: “No puedo perder estas elecciones, por una razón numérica irrebatible. Maracaibo tiene más votantes que todos los demás (…) municipios. Entonces si llego a tener una mayoría aquí, con un margen de ventaja considerable (…) y pierdo los otros (…) no puedo dejar de ganar el domingo. Y todo indica que mi ventaja en Maracaibo es muy grande; está alrededor del 20 %. Si además se suma que estoy ganando en Cabimas, entonces tengo el 70 % de la votación. No hay manera pues de perder las elecciones”. Sin embargo, las actas fueron manipuladas, muchos testigos abandonaron las mesas luego de que el CSE informara, fraudulentamente, que Oswaldo Álvarez Paz iba ganando, lo cual era falso. Finalmente lo dieron como ganador.

Un día después, Luis reconoció el triunfo y afirmaba que lo más invalorable de los resultados era la derrota política de Américo Araujo y AD, puesto que el esquema bipolar que imperaba en el Zulia, desde hacía más de 20 años, se había roto, ahora es tripolar. Además, el candidato de Américo Araujo, Omar Barboza, llegó de tercero.

Ocho mese después, luego de intentar varios tratamiento y un mes antes de cumplir los 43 años, Luis Hómez muere en su casa. El diagnóstico fue glioblastoma múltiforme (cáncer en el cerebro). Ese 28 de agosto de 1990, que nunca olvidaré, me dio la noticia Oscar Rincón a primera hora de la mañana. No supe qué decir ni qué hacer, tan sólo atiné a comunicárselo a varios compañeros y me fui a su casa, allí su esposa nos pidió que no lo dejáramos solo y entonces nos dirigimos al Hogar Clínica San Rafael, donde lo velarían.

La Basílica de La Chinita, la calle Derecha y la Plazoleta resultaron insuficientes para albergar a todo un pueblo que fue a despedirlo, y que le brindó uno de los más estrepitosos aplausos que recuerde el recinto religioso. Se realizó una misa de cuerpo presente, oficiada por seis sacerdotes. El pueblo lo recibió con el Himno Nacional, coreando, una y mil veces “Luis, amigo el pueblo está contigo”. También retumbó La Grey zuliana y la canción Para los valientes de Alí Primera. Cuando salía de La Basílica, repicaron las campanas en señal de duelo colectivo. El pueblo del Zulia despidió a Luis Hómez - ese momento que nadie olvidará- con 15 salvas de artillería. Más de 10.000 mil personas le rindieron honores.

Luis Hómez fue calificado como El Primer Valiente. El pueblo también lo llamó El Defensor del Zulia. Nosotros lo consideramos Patrimonio Espiritual de la región. Más allá de estas definiciones, él es un símbolo zuliano de manera indiscutible. Es un texto vital de la Zulianidad, que habla de un tiempo y un espacio, de la política regional y nacional, donde dejó su impronta como ejemplo y referente ético permanente.



sábado, 1 de agosto de 2020

Lydda Franco: siempre presente, nunca ausente




Este 2 de agosto, hace 16 años, que Lydda Franco Farías se nos fue, dejando a Maracaibo, a su mujeres y a la poesía un poquito más solas, sin embargo, su ausencia no ha sido olvido. No ha habido día, mes o año que no sea recordada, bien sea con una edición de alguna antología, conversatorios formales e informales, la creación de concursos literarios, a nivel regional y nacional, e instituciones que llevan su nombre, como por ejemplo la Sala de Lectura de la Biblioteca Pública del Zulia. Alguna vez apoyamos el proyecto de que la biblioteca del municipio San Francisco llevará su nombre. No sabemos en qué quedó esa idea.

Durante estos 16 años, se han creado innumerables blogs, facebooks, espacios virtuales,  se han escrito tesis, artículos académico y periodísticos, tanto en  Venezuela como en el exterior, con el fin de divulgar su poesía, su hermosa poesía. Así, una búsqueda  en Google, este 1 de agosto de 20020, nos habla de 8460 resultados que referencian su vida, sus libros. Está presente en Wikipedia, en cientos de blogs, en tuiter (@Lydda FrancoF), hay una Bienal de literatura que lleva su nombre, entre otros homenajes que se le han hecho. Durante años, varios de sus amigos pedimos y solicitamos en diversas oportunidades que la Feria del libro en Maracaibo, en alguna de sus ediciones, llevara su nombre de forma póstuma, no fue posible. También se hicieron diligencias a nivel central para que le dieran el Premio Nacional de Literatura, también en forma póstuma. Tampoco fue posible.  Sin embargo, esto no ha sido óbice para que su obra no se conozca aquí y en el exterior, para que no la recordemos con frecuencia, para que no la leamos, y sepamos las mujeres que en ella encontramos una de nuestras mejores interpretes y aliada.

Lydda nació un 3 de enero de 1943, en la sierra de San Luis, en el estado Falcón. Murió a los 61 años, en Maracaibo, la ciudad donde vivió desde 1963, donde es recordada y admirada como un símbolo zuliano, maracucho. Se casó con José Zabala con quien procreó tres hijos: Emilio, Mirna y Milton.

A los 22 años publica su primer libro Poemas circunstanciales, el cual obtuvo el primer lugar en el concurso literario del Ateneo de Coro. Luego salieron a la luz, siete textos más: Las armas blancas (1969), Summarius  y UNA (1985) y reeditado en 1998, A Leve (1991), Recordar a los dormidos, Bolero a media luz, Descalabro en obertura mientras ejercito mi coartada y Estantes (1994), Aracné (2000) y reeditado en el 2014, y una Antología poética (2002).  En el año 2005, Monte Ávila  Editores publica una Antología Poética que luego será reeditada por El Perro y la rana en el 2007.

Escribió otros textos que se han extraviado y no ha sido posible acceder a ellos, como son Estar en el envés (1991) y Edad de los grandes ataúdes (1997) este
ultimo en colaboración con Ricardo Ruíz Caldera. De igual modo, se habla de 5 libros inéditos que dejó editados en su computadora y que se han extraviado. A comienzo de año, 13 años después, creí haberlos encontrado, luego de una ardua búsqueda casi que kafkiana por localizar a la persona que había hecho un respaldo del disco duro de Lydda, luego de su muerte, pero el material nunca apareció. Nadie más da cuenta de los mismos, a pesar de haber preguntado a diferentes personas que solían frecuentar a Lydda, en su casa, allá en la urbanización San Jacinto de Maracaibo. Ojalá que alguna vez, alguien los encuentre y los salve para la posteridad

Cierro este pequeño recuerdo entonces con un pedazo de su famoso poema UNA, que es casi como el himno de muchas mujeres en este país, que se reconocen en esos versos, en ese humor, en esa denuncia y que, en sus últimos años, cada vez que lo leía en un encuentro público, la gente lo recitaba, se lo sabía de memoria (para su alegría y felicidad) y lo terminaba coreando con ella. Gracias Lydda.

UNA tiene el deber  de ser bella
porque entre otras cosas para eso está UNA
y para comprar lo que nos vendan
y para sufrir por la muchacha de la
                                                 telenovela
que es tan desgraciada (la muchacha y la telenovela)