Vi
la película Bolívar, el hombre de las dificultades y una de
las primeras cosas que pensé fue cómo habrá cambiado este país,
que Roque Valero puede interpretar a Bolívar. Él, que siempre fue
el antidivo, el antihéroe de las telenovelas, representando a
nuestro máximo héroe, nuestro héroe por antonomasia, resultó
ser la mejor personificación que de Bolívar he visto y sentido (mis respetos para Mariano Álvarez), el
que de verdad-verdad se bajó del caballo y se sentó conmigo a
hablar de este país, a ver la película, a contarme su anécdotas,
sus amores, qué cosas... Vaya paradoja...
Fui
con muchas expectativas al CAM: el director Luis A. Lamata, garantía
de buen cine, Roque que me gusta como actor, el tema, la publicidad
un bolívar bipolar, en fin,
todo un menú para suponer que la íbamos a pasar bien, pero como
siempre la realidad supera a la imaginación y lo que vi, no solo me
gustó como espectadora, sino que me acercó más a Bolívar, José
de la Santísima Trinidad, como solía llamarlo su hermana mayor, en
una actuación exquisita por parte de Beatriz Valdes, la mejor
Manuelita que ha
producido nuestro cine (Cosas veredes).
Siempre había leído y escuchado muchas anécdotas del
Libertador sobre su mal carácter, su soberbia y su altivez, qué
bien plasmó Roque Valero. Ese gesto permanente de la barbilla
levantada, es todo un discurso gestual sobre Bolívar. Verlo así,
sobreponiéndose a su altura física, es algo tan bien logrado, que
me regocijo recordándolo y entre más lo hago, más me gusta esta
película que, sin duda alguna, volveré a ver y recomendársela a
mis alumnos de la Facultad de Arte de LUZ.
Qué buen cine estamos
haciendo y esta en especial, resalta entre muchas, que también son
buenas, pero tiene algo que alguna vez le leí sobre Borges, la
capacidad que tiene una obra de producir nuevas lecturas cada vez que
una la vuelve a ver o leer. Estoy segura que con esta película
ocurrirá igual. Se nota un guión tan bien trabajado, una dirección,
un esmero en la estética (y ya sabemos que toda ética conlleva su
estética) y el rigor sin caer en el documental, un juego exquisito
entre ficción y realidad.
Imagínense lo que es hablarle a este país de un
personaje que conocemos, unos más, otros menos y que durante los
últimos 14 años de nuestra vida republicana fue el motivo de todo
nuestro quehacer y entonces -nunca, como ahora- entendí porque merece toda esa
gloria y reconocimiento, nunca como ahora, yo que no soy
amiga de las idolatría, entendí porque a veces algunos tienen culto
por él. Ahora comprendí a cabalidad que él está a la altura de
su fama y gloria y que aun son muchas las cosas que desconocemos de Simón
Inevitable no pensar en Chávez y pensar cómo habría
disfrutado esta película, a él que el gustaba tanto el cine, a él
que actualizó a Bolívar no como una estatua sino como un estimulo,
como un símbolo vivo de lo mejor que somos y de lo que debemos hacer
y ser ¡ Hay Bolívar, hay Chávez, hay Roque!
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