miércoles, 15 de septiembre de 2010

A Oscar Rincón, un recuerdo eterno


Me cuesta un mundo escribir sobre Oscar. Cuando pienso en él, transcurren muchos  años compartiendo momentos, dolores, alegrías, en fin gran parte mi vida, nuestras vidas. Siempre creí que esta batalla la iba ganar, como tantas otras.  Si con alguien siempre quise envejecer fue con él, puesto que era un conversador nato, infinito, infatigable. Tuvimos encuentros y desencuentros. No eramos fáciles, pero siempre privó el afecto. Quedó una conversación pendiente, que alguna vez espero se dé. Por ahora, mi recuerdo eterno. Por ahora...
Aun después, que ya han transcurrido varios días, no logro escribir en frío. Es como si en el fondo me negara a aceptar su muerte, tal vez porque con él se va un poquito de mi. No es Oscar un recuerdo para mi. Es una reseña viva. La foto que ilustra esta nota,  se la tomó Luzmarina Gutierrez, su compañera en esos años hermosos 70. Esa imagen la usamos en volantes, afiches, cuando él era responsable de la J. del MAS y luego (creo) candidato a la FCU, con la cual recorrimos la universidad acompañados por la canción de Alì Primera " El bachaco fundilluo" como consigna. Pintamos ese rostro en telas y paredes. Siempre fue muy guapo, además de fotogénico. Pero sobre todo vital y entregado. Era frontal para bien o para mal. Tenía algo que me gustaba mucho: no cultivaba rencores, pero no era de medias titas. Tuvo sus enemigos y no los evitó.

Hoy, que comenzamos a ser menos, te dedico este recuerdo eterno.

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