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Casi
me había prometido no volver a escribir más sobre Luis Hómez.
Pensaba que era un ciclo que debería cerrarse, en 2011, con su biografía, cuando cumplió 20 años de ausencia; pero este jueves 27
tuiteando con Ramón
Soto Urdaneta sobre este aniversario, se me alborotaron las saudades,
sobre todo porque siento que Maracaibo- su ciudad, su pasión- casi
no lo tiene
presente,
salvo unos pocos y me pareció tan triste, tan demoledor que decidí
escribir este texto solo con el ánimo de recordarlo una vez más, de
volverlo a pasar de nuevo por mi corazón,
que es lo que significa, etimológicamente, la palabra recordar.
Paradójicamente,
cuanto más se resignifica su obra, pareciera haber más
desmemoria.
Cuánta más falta hace conocer su historia,
más olvido pareciera caer sobre ella. No quiero ser lapidaria, pero
por ejemplo, que yo sepa este 28 de agosto de 2015, no hay ningún
acto público que lo recuerde. Y me parece tan injusto, tan desolador
que me produce una
tristeza larga, marina.
Un cuarto de siglo y apenas lo nombramos, qué pasará cuando hayan
transcurrido 20 años más, por ejemplo. Temo que conviertan
su quehacer en una reliquia, algo
oloroso a pasado y del que apenas se tienen referencia.
Que
apenas uno que otro memorioso- como Funes- lo recuerde y
peor aun; que pocos los conozcan.
Hoy siguen siendo más abundantes los
testimonios de carácter oral
que los escritos, de modo tal que en la medida que el tiempo pase,
la riqueza de ellos, si
no los recopilamos,
los iremos perdiendo. Aun
me encuentro con múltiples
anécdotas, donde Luis fue el protagonista, lo cual me genera asombro porque me
pregunto
cómo pudo hacer tantas cosas en tan poco tiempo. Recordemos que solo
tenía 42 años cuando murió. Hoy estaría a punto de cumplir- en
septiembre-67.
En
cuanto a la memoria escrita, recuerdo con precisión el proyecto
esbozado en los 90 en la Fundación Luis Hómez de publicar sus
discursos tanto en el parlamento regional como el nacional, sin
olvidar su paso por el Consejo Municipal
de Maracaibo. También quedó pendiente publicar los ensayos
ganadores de dos concursos que se organizaron en la institución
acerca de su obra y
sobre las fronteras y la interculturalidad. Ojalá que alguien en
el futuro los
retome.
He
pensado durante mucho tiempo que la vida de Luis bien merecería
convertirse en el guion de una película, más allá de un
documental. Un audiovisual donde se combinara ficción y realidad,
donde mezcláramos poesía con política. Recordemos
que Luis era un músico formado que cultivaba
lo
popular con lo académico y que además le gustaba escribir. Tenía
buena prosa. Una vez más sueño con que alguien haga realidad esta idea.
El
imaginario de
los pueblos está
lleno de ideas y personas que modelan a sus habitantes. En América
Latina este fue colonizados por valores, éticas y
estéticas que no corresponden a nuestra realidad. Personajes como
Luis Hómez revalorizan los imaginarios sociales, así como los
procesos identitarios. En este caso, él
logró resemantizar – como
nadie-
la zulianidad como valor central en esta región, heterogénea y
diversa.
Cierro
entonces este breve textos como recuerdo permanente a quien hizo de
la política un apostolado ético y que se convirtió en Patrimonio
Espiritual,
referente ineludible en el sueño de una Venezuela honesta y posible.
Mi
recuerdo eterno para vos, LuisHómez.
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