Cómo
me duele esta muerte. No tuve el valor de irlo a ver. La única vez que
hablé por teléfono con él, su voz había envejecido hasta hacerse
irreconocible. Fueron muchos años compartidos. Muchas ideas amalgamadas.
Creo que lo conocí en los 70, los gloriosos 70, en los pasillos de la
FCES. Fuímos vecinos por muchos años aunque jamás nos visitamos pero
solíamos encontrarnos con frecuencia en el trajinar de los días.
Recuerdo cuando en abril del 2002 me preguntó "dónde era la cosa" en referencia a dónde estaba la resistencia contra el golpe de Carmona y yo le
informé de Yaguno II (Frente a Panorama). Allí nos vimos en esas
interminables horas que sellaron el destino de nuestro país y de cada
uno de nosotras y nosotros. Alexo era un asiduo de los café; me cansé de
verlo en el querido y recordado Kabuki (hoy converido en escombros y
que nos quiebra el alma porque nos estamos quedando sin memoria física
de la ciudad). Igual llegué a verlo en alguno de los BAMBIS cuando
estos todavía existían. En sus últimos años Piamonte era su lugar de
conversación.
Era un amante del ajedrez, tambien de los libros y la
cocina. Era un lector apasionado. La última vez que conversamos tocamos un tema que yo
desconocía: no solo le gustaba preparar sabroso platos para su familia,
su esposa y cuatro hijos, alguno de los cuales ya no están en el país,
sino que amaba los utensilios necesarios para perparar cualquier
exquisitez, me habló de su pasíon por los sartenes y las ollas de buena
calidad, me habló de su gusto por todos esos artilugios que hacen grato a
los fogones. Me habló también de su pasión por los libros y ese no
tener ya casi espacio para ellos. Quienes amamos este objeto cultural,
sabemos lo duro que es desprendernos de ellos.
Hablamos también de política y de
su descontento con Maduro y sus medidas o la ausencia de ellas. Hablamos
de la batalla que estaba ganando su esposa contra el cáncer. Hablamos
en una cola de un supermercado como jamás lo habíamos hecho y como jamás
lo volveríamos a hacer. A los pocos meses me enteré de su enfermedad y
sabiéndolo robusto y fuerte jamás pensé - en ese momento- que no ganaría
esa batalla. Me equivoque, lamentablemente.
Recordaré siempre esa voz
energíca y potente que tenías. Siempre me pareció un vikingo con esa barba y su estructura atlética. Recordaré muchas imagenes. Te recordaré
caminamos por caminos paraleos todos estos años, cerquita. Te recordaré
como si nunca te hubieras ido. Descansa en paz Alexo.
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