Ella más que bonita, estaba “buena”. Ella lo sabía. En verdad tenía un cuerpo muy deseado. No le conocí nunca novio en la Escuela Comunicación Social, donde ambas estudiábamos. Cuando le tocó hacer su pasantía, se enamoró de una manera que no tenía antecedente o por lo menos, eso supuse. Durante 20 años (o tal vez más) ella se dedicó a ese hombre, aunque no pueda decir lo mismo de él. Le soportó de todo: la imposibilidad de ser madre, humillaciones, desprecios y un largo catalogo de rechazos en las más disimiles formas, que seguramente alguna vez hemos conocido. Terminaron n veces y otras tantas se volvían a reconciliar. Siempre me decía es que no puedo estar sin él: cuando lo oigo, cuando lo huelo, cuando escucho la corneta del carro, toda yo enloquezco y era tal cual. Un buen día me la encontré y como tanta veces me dijo que todo se había acabado y que esta vez si era verdad y para siempre; la razón? Había visto su facebook y se había dado cuenta que era un hombre feliz, con una feliz mujer y unos hijos felices, felices todo pues, y entonces sintió (y descubrió) en esos breves minutos que duró su recorrido por la red, que siempre estuvo de más, sin posibilidades. Y hasta allí le duró el deseo, no sé si el amor.
Años después él enfermó. El diagnóstico era atroz: cáncer de pulmón, él que nunca fumo, pero su trabajo de fotografo y antes de la fotografía digital seguramente estuvo en contacto con muchos químicos y eso- me explicó ella- seguro lo contaminó..
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