viernes, 29 de agosto de 2014

Carmen María, estarás siempre en mí....






 En un almuerzo con gente del Doctorado en Cs. Humanas
En un almuerzo con gente del doctorado de Cs. Humanas

En un evento de Invecon

 Con su adorado Juan Carlos


 El día de su graduación como doctora en Ciencias Humanas, acompañada de su familia




Se nos fue Carmen María y yo estoy impávida.Me estoy quedando sin palabras para verbalizar tantas ausencias, para describir esta desgarramiento que siento cada vez que uno (o una) de los míos se va. 

Tengo tantos recuerdos con Carmen María que sé, que durante mucho tiempo,  voy a seguir pensando que pronto nos volveremos a ver. Estaba más que convencida de su triunfo sobre la enfermedad. Era una guerrera. La vi fajarse con su tesis de doctorado en un combate tan cerrado que, a veces, temía por el resultado  y la vi erguirse como una vencedora,  por ello estaba segura, de que nada malo podía pasarle en el futuro. Ella que había sobrevivido a la afrenta de quedarse sin uno de sus dones más queridos: su pelo. Ella que había retado al monstruo ese que nos quita todos los años a miles de mujeres en nuestro país y casi lo había vencido. Ella la guerrera.

Carmen se nos fue, se me fue, el mismo día que -24 años atrás- lo hizo Luis Hómez: un 28 de agosto y estoy como muda, porque se me alborotaron los recuerdos. Ambos padecieron la misma enfermedad. Ambos fueron unos gladiadores que solo por eso, merecían vivir más. Mucho más. Compartí con Carmen María múltiples momentos y circunstancias. Compartimos aulas, libros, sala de redacción, búsquedas y risas, muchas risas... amen de nuestra pasión por las TIC.

Carmen era comedida y cauta. Solidaria.  Alegre, de buen humor. No recuerdo haberla visto brava jamás. Siempre me pareció una magnifica diplomática. Siempre admiré en ella su precisión en lo que quería. Era de objetivos, de metas. Cultivaba su entorno familiar de manera única. Su relación con Juan Carlos, su esposo, casi nos daba envidia a muchas de sus amigas, de lo bonita que era. Sus dos hijos, Juan y Sebastián, la justificaban.

No hay manera de llenar el vacío que deja una amiga que se va a destiempo. No hay manera de mitigar este porqué sin respuesta, esta sensación de soledad que crece, esta tristeza sin fin cuando alguien querido se va. No hay manera y una comienza a sentir que el corazón se está pareciendo más a un quesito palmita que a otra cosa, de tantos huequitos que tiene. No logro procesar tantas ausencias y esta menos, porque no la esperaba. 

No hay ninguna fe que mitigue esta sinrazón de dejarme cada vez más huérfana de mis afectos... Agradezco a la vida haberte conocido. Estarás siempre en mi Carmen María.