lunes, 30 de abril de 2012

Compartido




Ella lo amó con locura, como pocas veces o como solo una vez ocurre. Vaya una a saber. Ella fue feliz y mucho. Durante años compartieron todo con todos. Su casa era como un club. Con la diferencia que era un club ... político. Así la recuerdo y así la recuerdan muchos. Un club donde se bebía, se comía y se hablaba mucho de política, cuando soñabamos con tomar el cielo por asalto. Cuando no sabíamos que la meta es el camino, eso vendría muchos años después. Allì transcurrieron muchas historias, pero la de ella era la principal. Finalmente ella decidió tener un hijo. El ya tenìa varios. Cuando nació, ella dijo que ese había  sido el día más feliz de su vida, que no tenía comparación y recordé entonces, que hay médicos que hablan del orgasmo del nacimiento para referirse a la felicidad que sienten algunas madres, cuando paren la primera vez. Ella fue feliz en su nueva faceta de mamá y de qué manera:  llevaba un diario con las ocurrencias de la niña. La celebraba permanentemente y se sentía plena, pero ocurrió lo que suele ocurrir con demasiada frecuencia: él la traicionaba. Es posible que ella lo intuyera o lo supiera mucho antes, pero aguantò y aguantò, hasta que ya no pudo más. Eso no significaba que no lo siquiera queriendo, así fuese compartido. Pero una cosa era quererlo y otra soportarlo. Dos cosas muy distintas. Una cosa es amar a alguien y otra saber que la vida no es posible con él. Este fue el caso. Ella decidió entonces separarse y él irse o algo parecido. La historia solo la saben ellos. Lo cierto es que dejaron de ser pareja. Y es posible que eso hubiese ocurrido mucho antes. La casa ya habìa dejado de ser la casa y los amigos ya habìan dejado de ser los amigos. Ya pocas cosas habían  en común. Si hasta la política, ese gran pegamento que los  habìa unido, habìa cambiado, casi que estaban en bandos opuestos o mejor dicho; estaban en bandos opuestos. Cosas de la vida y de lo intereses. Pero ella lo seguìa amando... así fuera compartido. Y lo seguía amando porque lo prefería compartido “ antes que vaciar su vida” como la hermosa canción que ella casi convirtió en un himno de su vida. Un día la hija le dijo “ mami yo creo que tù quisites más a papi que él a ti “ y supo entonces que su hija tenìa razón, pero sobre todo que  su hija habìa vivido el climax y el declive de ese amor que ella sintió. Supo entonces que esa niña habìa vivido - y a su modo- el duelo de su madre cuando su padre la abandonó. Supo entonces que, efectivamente ella lo prefería compartido antes que vaciar su vida en el breve espacio en que no está, aunque no fue perfecto, se acercó a lo que ella- posiblemente- alguna vez soñò.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Memorias?