sábado, 28 de septiembre de 2019

Gladis, la ajena 



Conocí a la Sra. Gladis Villalobos de Nieto, por allá en los 80, en San Cristóbal, cuando era dueña y señora de su hermosa casa ubicada en la Urb. Torbes. Allí sobresalía por todos lados su origen maracucho, del que se sentía más que orgullosa. Su hogar estaba atiborrada de muebles clásicos, de cuadros, de adornos de su región natal y de fotos, muchas fotos.

Cocinaba exquisito. Nunca olvidaré las Islas flotantes, postre por demás sabroso, que alguna vez probé, por primera y única vez, hecho por ella en una navidad. Pasé varias con ella, su familia y sus perros, tenía varios. La última con mi madre. Sus perros la hacían muy feliz, tanto que los enterraba en su patio y los recordaba con frecuencia. Fueron su compañía durante muchos años y lo remarcaba con insistencia. En esa época vivía con ella su nieta Bianka, por la que sentía gran debilidad, recuerdo la vez que le mandó hacer unos zapatos con tacones para que la niña pudiera jugar a ser mujer. Era la típica abuela alcahueta y eso a mi me gustaba. Solía contarme mucho de sus viajes, en especial uno que hizo a Grecia. Era muy feliz recordándolos.

Años después, solía venir con frecuencia a Maracaibo. Entonces la buscaba y salíamos a tomarnos un café o una cerveza, o la llevaba de compras o a hacerse algún examen. Recuerdo una vez que la acompañé a realizarse una densitometría osea y mientras se vestía, me preguntaron su edad y yo dije que como 60. Ella se echo a reír y me corrigió: eran 70, pero para mi esa era la edad que tenía. Siempre arreglada, con boca y uñas preferiblemente rojas, con ropa hindú y otras de mucho color y muchos collares. Siempre he pensado que me gustaría llegar a esa edad con ese espíritu.

Cuando comenzaron las Misiones de Chávez, se inscribió rauda y veloz. Disfrutaba mucho esos nuevos retos. No recuerdo si terminó alguna, pero lo que sí sé es que las disfruto. También le gustaba leer. Quería mucho a sus hijos y con Hernán, su hijo mayor, era extraordinariamente cómplice; siempre le reprochaba que tuviera tantas novias o esposas, porque ella se encariñaba y luego no las volvía a ver. El me contaba, con mucho orgullo, una carta que le hizo solidarizándose con él, con sus decisiones política.

Amaba (o amó?) con delirio a su marido Henán pero, en esa misma proporción, su relación fue terriblemente conflictiva, dada las constantes infidelidades. Era muy apasionada. Una vez le pregunté que porqué no se divorciaba y me contestó, con una contundencia que me desarmaba: es que no me imagino mi vida sin el De Nieto, qué le voy a decir a mis amigas con las que juego? Sus hijos me contaban que siempre fue una relación disfuncional, donde nadie era feliz.

También me hablaba de su hija Elizabeth, que en realidad era una sobrina, hija de un hermano, pero que ella crío como propia desde que salió del hospital donde nació. Cuando creció, se casó, tuvo una hija, comenzaron los problemas, hasta que un día desapareció y nunca más supo de ella. Eso le dolía profundamente. Siempre me decía: ¡no se te ocurra adoptar!

Pasaron los años y supe que estaba algo enferma del estomago, su hijo había vuelto a Maracaibo- contra todo pronóstico- y decidió traérsela hace como 8 años, cuando la invitó a pasarse unos días en su casa y nuca más regresó a San Cristóbal, hasta ahora. Ella se quejaba constantemente por eso. Volví a verla de nuevo, en fechas claves como la navidad, su cumpleaños, el de Hernán. Luego de experimentar con diversos diagnósticos, la conclusión era abrumadora; la Sra Gladis tenía más que un problema físico, un problema neurológico: sufría de esquizofrenia, que pudiera ser de origen genético pero agravado por un estilo de vida signado, por una relación matrimonial donde -posiblemente- nunca fue feliz. Y así pasaron los años. Cuánto de esa disfuncionalidad influyó en su enfermedad. Seguramente mucho. Hernán junto a Violeta, su esposa, le aplicó diversos tratamientos y llegó a mejorarla, notablemente. Siempre hablábamos de la película Despertares, por su sorprendente recuperación.

Pero luego, comenzó la tragedia en cámara lenta. El país se complicó y con él, toda nuestra cotidianidad Desde hace como dos años, ya casi no se encontraban los medicamentos o eran inalcanzables, hasta que ya no se pudo seguir medicando y su deterioro físico y neurológico se aceleró. Estaba tan flaca-flaquita, se caía con frecuencia, se quejaba constantemente, ya no veía televisión, ni leía, ni hacia nada. Solo se quejaba.

Durante estos años pasaron algunas eventos, por demás tristes, que supongo ella tuvo poco conocimiento: el Alzheimer de su esposo y su posterior muerte; luego vino también el Alzheimer de su segundo hijo Adelkader. Y ahora hay que agregar también el diagnóstico de ELA de Hernán, luego de lo cual su hijo menor, Erwing, se la llevó de regreso a su querida San Cristóbal.

Recién le pregunté por ella a Erwing, quien la cuida ahora – anteriormente lo hizo con su padre- y me respondió que la llevó a la casa “y no reconoció absolutamente ningún espacio...ajena totalmente” y entonces hice silencio y vinieron a mi tantos recuerdos, emociones, sonrisas, que me dije: tengo que escribirlo para que no haya olvido, para que recordemos que alguna vez no fue así, que estoy segura que a ella- coqueta como era- le habría gustado que la recordáramos jovial, sana, arreglada, intensa.

La foto que tiene su hijo en el guasap y otras que vi, visitando su antigua casa en San Cristóbal, es de otra persona que apenas reconozco, no de la señora Gladis que yo viví y disfruté, que está en mis recuerdos y en mi corazón de otra manera; vibrante, dinámica, atrevida y decidida. Así la quiero recordar. Así la voy a recordar por siempre. Sé que el tiempo y la enfermedad son implacables, pero mi mejor homenaje es recordarla como sé que a ella le gustaría que lo hiciéramos, quienes la conocimos y queremos. Por ello, gracias Sra. Gladis por todos los hermosos momentos que vivimos juntas, por haber sido tan buena anfitriona, por haber sido tan solidaria y sobre todo, por haber sido tan usted, no obstante sus fracasos y desencuentros.

Maracaibo, 26 de septiembre de 2019

No hay comentarios: