
Digo
30 años y no digo nada. Siempre me parecerá que fue ayer cuando
Luis se marchó. Siempre está presente. Siempre lo recuerdo. Siempre
me lo encuentro esparcido en esta ciudad, en este espacio que lo
contenía, en esa zulianidad que él afirmaba expresar y “ hacerse
en él”.
Durante
estas tres décadas, he hecho un esfuerzo sostenido por divulgar su
pensamiento, su obra, como una manera de mitigar su ausencia y su
vacío, convencida de que su transitar justificó muchas eventos en
mi generación y le dio sentido a una militancia. Luis murió un día
como hoy, 28 de agosto de 1990, con apenas 42 años años, no
obstante ya tenía un recorrido por demás interesante: había sido
concejal por Maracaibo, luego diputado regional y finalmente diputado
nacional. En todos esos cargo había destacado y dejado su impronta.
Luis
se incorpora al MAS en el año 73, cuando regresa de Francia, luego
de culminar su postgrado en Cs. Políticas, convencido de que “El
MAS nace […] como protesta contra el modelo soviético, contra el
autoritarismo, contra la dictadura del partido, contra todo tipo de
dictadura”. Años después agregaría: “ Hijo de la discusión,
el MAS no ha dejado nunca de anidarla en su fuero interno (…)
enraizando sus objetivos estratégicos en las entrañas de la
realidad venezolana”.
Del
ejercicio municipal, su primer cargo de elección popular, pensaba
que “El rescate del poder municipal, como verdadero poder del
pueblo, tiene como norte (…) dos tipos de lucha que deben librase
simultáneamente: la lucha contra el paternalismo (…) y el
centralismo para garantizar la auténtica autonomía municipal”.
Esta idea sigue vigente.
Cuando
fue electo, por una mayoría abrumadora, diputado al Congreso,
declaró enfáticamente que no se desligaría del Zulia y que
trataría de convertirse “en el diputado que más haya defendido
al Zulia, en toda su historia (…) a demostrar que es perfectamente
posible ser diputado (…) y mantenerse estrechamente vinculado a la
región”. Y agregaba “ Mi pasión es el Zulia. Y mientras sienta
que puedo serle útil (…) no habrá nadie que pueda alejarme de
esta tierra”.
De
igual modo, escribió dos libros, “Cómplices y Testigos” y “El
Pozo de la muerte”, sobre los casos más significativos en los que
le toco actuar, así como otro texto, “ De verdad-verdad”, con
los artículos de opinión que semanalmente escribía en la prensa
regional y eventualmente, en la nacional. Posteriormente, la
Fundación Luis Hómez publico, postmorten, otro libro con el resto
de artículos escrito pero no recopilados, que se llamó “ A todo
riesgo”.
Decía
“no soy escritor de oficio, aun cuando debo confesar que me
apasiona escribir” y agregaba que los había escrito contra reloj,
con un tiempo que no tenía y que no sabia muy bien cómo lo pudo
encontrar. Agregaba que gracias a Ocando Yamarte, “ gracias a su
pluma comprendí que la prosa de un columnista tenía que ser, por
encima de todo, dinámica, concisa y persuasiva”.
Gracias
a los libros publicados y a su vehemente labor logró sacar a la luz
pública la existencia de unos pozos dónde se ajusticiaban a
personas, tirándolas en los mismos, por parte de algunos
funcionarios de los cuerpos policiales También pudo destapar la
corrupción judicial y lograr la destitución de varios jueces en el
Zulia, en un acto sin precedente en el país y en el estado, buscando
adecentar ese poder.
Luis
Hómez tenía un objetivo que lo guiaba: “Siempre insistir, que
tarde o temprano habrá una primera vez y en el país comenzará a
enderezarse los entuertos (…) Lo otro consistirá en creer que
todo está irremediablemente perdido y eso no ha sido nunca mi
criterio. Ni lo será”.
Tenía
una personalidad por demás polifacética; le gustaban los deporte,
en especial el béisbol y por supuesto, Las Águilas del Zulia, por
ello consideraba que era necesario “ invertir (…) recursos en
crear una infraestructura deportiva masiva, hacer el deporte
obligatorio en liceos y universidades, desarrollar la medicina
preventiva, contratar técnicos extranjeros y preparar los propios
mediante una especie de Plan Ayacucho” pero sobre todo, era un gran
musico, que le había dedicado 10 años de su vida al estudio de la
misma, especializándose en piano; también tocaba otros instrumentos
como la guitarra y los de percusión: “Mi profesor creía que tenía
condiciones para dedicarme por completo al piano, pero (…) me
surgió a partir de los 13 años una desviación benigna (…) de la
columna vertebral y, (…) por supuesto, con un handicap de esa
naturaleza es imposible dedicarse a esa actividad [de no ser así]
me hubiese gustado ser pianista-concertista”. Memorables son sus
interpretaciones en las diversas celebraciones donde participaba.
Por
supuesto, era un apasionado de la gaita, sus preferidas eran “ Los
patinadores”, La Grey Zuliana” y “Dame razón del cantor”.
Consideraba que “ La gaita es la expresión fundamental del alma
zuliana. Yo la defino así. Es la reina del folclore regional (…)
es (…) la anfitriona a efectos universales”.
Otra
de sus características era el humor. Tenía una colección
interminable de chistes que guardaba celosamente. Luis
se consideraba “un hombre con mucha suerte en la vida por la
familia que tengo, porque he podido alcanzar algunos de los objetivos
que me he ido trazando. Es decir, yo no tengo quejas, (...) de la
vida... Tengo quejas de mí mismo, de poder haber hecho algunas cosas
mejor de las que hice. Pero, soy sumamente optimista. Soy idealista
en el buen sentido del término”.
En
relación a la elección uninominal, aprobada en Venezuela en 1989,
señalaba que si bien tenía la virtud de acercar al elector y al
elegido “ tiene el terrible inconveniente de desconocer el carácter
plural plural de la sociedad, ignorando las minorías y favoreciendo
la implantación de las plutocracias”.
Cuando
fue elegido como candidato a gobernador, apoyado por todas las
fuerzas de izquierda y más allá, enfatizo que “proponía un
gobierno radicalmente distinto donde [los zulianos] se sientan
actores y no meros objetos de la acción estatal”. Planteaba la
necesidad de la designación de un fiscal anticorrupción, la
creación del Defensor del ciudadano, inexistente para la época y la
elección de los Prefectos en consulta con las asociaciones de
vecinos, así como la erradicación de la recluta militar, y la
creación de una Secretaria de Asuntos Territoriales Fronterizos.
Consideraba a la noción de zulianidad como el eje de su propuesta.
Durante
las campaña le dieron dos yeyos que minimizaron su presencia en la
misma y que fueron los síntomas de la enfermedad que lo aquejaba.
En
cuanto a la elección propiamente, días antes declaró con
vehemencia: “No puedo perder estas elecciones, por una razón
numérica irrebatible. Maracaibo tiene más votantes que todos los
demás (…) municipios. Entonces si llego a tener una mayoría aquí,
con un margen de ventaja considerable (…) y pierdo los otros (…)
no puedo dejar de ganar el domingo. Y todo indica que mi ventaja en
Maracaibo es muy grande; está alrededor del 20 %. Si además se suma
que estoy ganando en Cabimas, entonces tengo el 70 % de la votación.
No hay manera pues de perder las elecciones”. Sin embargo, las
actas fueron manipuladas, muchos testigos abandonaron las mesas luego
de que el CSE informara, fraudulentamente, que Oswaldo Álvarez Paz
iba ganando, lo cual era falso. Finalmente lo dieron como ganador.
Un
día después, Luis reconoció el triunfo y afirmaba que lo más
invalorable de los resultados era la derrota política de Américo
Araujo y AD, puesto que el esquema bipolar que imperaba en el Zulia,
desde hacía más de 20 años, se había roto, ahora es tripolar.
Además, el candidato de Américo Araujo, Omar Barboza, llegó de
tercero.
Ocho
mese después, luego de intentar varios tratamiento y un mes antes de
cumplir los 43 años, Luis Hómez muere en su casa. El diagnóstico
fue
glioblastoma múltiforme
(cáncer en el cerebro). Ese 28 de agosto de 1990, que nunca
olvidaré, me dio la noticia Oscar Rincón a primera hora de la
mañana. No supe qué decir ni qué hacer, tan sólo atiné a
comunicárselo a varios compañeros y me fui a su casa, allí su
esposa nos pidió que no lo dejáramos solo y entonces nos dirigimos
al Hogar Clínica San Rafael, donde lo velarían.
La
Basílica de La Chinita, la calle Derecha y la Plazoleta resultaron
insuficientes para albergar a todo un pueblo que fue a despedirlo, y
que le brindó uno de los más estrepitosos aplausos que recuerde el
recinto religioso. Se realizó una misa de cuerpo presente, oficiada
por seis sacerdotes. El pueblo lo recibió con el Himno Nacional,
coreando, una y mil veces “Luis, amigo el pueblo está contigo”.
También retumbó La Grey zuliana y la canción Para los valientes de
Alí Primera. Cuando salía de La Basílica, repicaron las campanas
en señal de duelo colectivo. El
pueblo del Zulia despidió a Luis Hómez - ese momento que nadie
olvidará- con 15 salvas de artillería. Más de 10.000 mil personas
le rindieron honores.
Luis
Hómez fue calificado como El
Primer Valiente.
El pueblo también lo llamó El
Defensor del Zulia.
Nosotros lo consideramos Patrimonio
Espiritual
de la región. Más allá de estas definiciones, él es un símbolo
zuliano de manera indiscutible. Es un texto vital de la Zulianidad,
que habla de un tiempo y un espacio, de la política regional y
nacional, donde dejó su impronta como ejemplo y referente ético
permanente.