miércoles, 30 de septiembre de 2020

Luis Hómez, 30 años después

 

 

 

Digo 30 años y no digo nada. Siempre me parecerá que fue ayer cuando Luis se marchó. Siempre está presente. Siempre lo recuerdo. Siempre me lo encuentro esparcido en esta ciudad, en este espacio que lo contenía, en esa zulianidad que él afirmaba expresar y “ hacerse en él”.


Durante estas tres décadas, he hecho un esfuerzo sostenido por divulgar su pensamiento, su obra, como una manera de mitigar su ausencia y su vacío, convencida de que su transitar justificó muchas eventos en mi generación y le dio sentido a una militancia. Luis murió un día como hoy, 28 de agosto de 1990, con apenas 42 años años, no obstante ya tenía un recorrido por demás interesante: había sido concejal por Maracaibo, luego diputado regional y finalmente diputado nacional. En todos esos cargo había destacado y dejado su impronta.


Luis se incorpora al MAS en el año 73, cuando regresa de Francia, luego de culminar su postgrado en Cs. Políticas, convencido de que “El MAS nace […] como protesta contra el modelo soviético, contra el autoritarismo, contra la dictadura del partido, contra todo tipo de dictadura”. Años después agregaría: “ Hijo de la discusión, el MAS no ha dejado nunca de anidarla en su fuero interno (…) enraizando sus objetivos estratégicos en las entrañas de la realidad venezolana”.


Del ejercicio municipal, su primer cargo de elección popular, pensaba que “El rescate del poder municipal, como verdadero poder del pueblo, tiene como norte (…) dos tipos de lucha que deben librase simultáneamente: la lucha contra el paternalismo (…) y el centralismo para garantizar la auténtica autonomía municipal”. Esta idea sigue vigente.


Cuando fue electo, por una mayoría abrumadora, diputado al Congreso, declaró enfáticamente que no se desligaría del Zulia y que trataría de convertirse “en el diputado que más haya defendido al Zulia, en toda su historia (…) a demostrar que es perfectamente posible ser diputado (…) y mantenerse estrechamente vinculado a la región”. Y agregaba “ Mi pasión es el Zulia. Y mientras sienta que puedo serle útil (…) no habrá nadie que pueda alejarme de esta tierra”.


De igual modo, escribió dos libros, “Cómplices y Testigos” y “El Pozo de la muerte”, sobre los casos más significativos en los que le toco actuar, así como otro texto, “ De verdad-verdad”, con los artículos de opinión que semanalmente escribía en la prensa regional y eventualmente, en la nacional. Posteriormente, la Fundación Luis Hómez publico, postmorten, otro libro con el resto de artículos escrito pero no recopilados, que se llamó “ A todo riesgo”.


Decía “no soy escritor de oficio, aun cuando debo confesar que me apasiona escribir” y agregaba que los había escrito contra reloj, con un tiempo que no tenía y que no sabia muy bien cómo lo pudo encontrar. Agregaba que gracias a Ocando Yamarte, “ gracias a su pluma comprendí que la prosa de un columnista tenía que ser, por encima de todo, dinámica, concisa y persuasiva”.


Gracias a los libros publicados y a su vehemente labor logró sacar a la luz pública la existencia de unos pozos dónde se ajusticiaban a personas, tirándolas en los mismos, por parte de algunos funcionarios de los cuerpos policiales También pudo destapar la corrupción judicial y lograr la destitución de varios jueces en el Zulia, en un acto sin precedente en el país y en el estado, buscando adecentar ese poder.


Luis Hómez tenía un objetivo que lo guiaba: “Siempre insistir, que tarde o temprano habrá una primera vez y en el país comenzará a enderezarse los entuertos (…) Lo otro consistirá en creer que todo está irremediablemente perdido y eso no ha sido nunca mi criterio. Ni lo será”.


Tenía una personalidad por demás polifacética; le gustaban los deporte, en especial el béisbol y por supuesto, Las Águilas del Zulia, por ello consideraba que era necesario “ invertir (…) recursos en crear una infraestructura deportiva masiva, hacer el deporte obligatorio en liceos y universidades, desarrollar la medicina preventiva, contratar técnicos extranjeros y preparar los propios mediante una especie de Plan Ayacucho” pero sobre todo, era un gran musico, que le había dedicado 10 años de su vida al estudio de la misma, especializándose en piano; también tocaba otros instrumentos como la guitarra y los de percusión: “Mi profesor creía que tenía condiciones para dedicarme por completo al piano, pero (…) me surgió a partir de los 13 años una desviación benigna (…) de la columna vertebral y, (…) por supuesto, con un handicap de esa naturaleza es imposible dedicarse a esa actividad [de no ser así] me hubiese gustado ser pianista-concertista”. Memorables son sus interpretaciones en las diversas celebraciones donde participaba.


Por supuesto, era un apasionado de la gaita, sus preferidas eran “ Los patinadores”, La Grey Zuliana” y “Dame razón del cantor”. Consideraba que “ La gaita es la expresión fundamental del alma zuliana. Yo la defino así. Es la reina del folclore regional (…) es (…) la anfitriona a efectos universales”.


Otra de sus características era el humor. Tenía una colección interminable de chistes que guardaba celosamente. Luis se consideraba “un hombre con mucha suerte en la vida por la familia que tengo, porque he podido alcanzar algunos de los objetivos que me he ido trazando. Es decir, yo no tengo quejas, (...) de la vida... Tengo quejas de mí mismo, de poder haber hecho algunas cosas mejor de las que hice. Pero, soy sumamente optimista. Soy idealista en el buen sentido del término”.


En relación a la elección uninominal, aprobada en Venezuela en 1989, señalaba que si bien tenía la virtud de acercar al elector y al elegido “ tiene el terrible inconveniente de desconocer el carácter plural plural de la sociedad, ignorando las minorías y favoreciendo la implantación de las plutocracias”.


Cuando fue elegido como candidato a gobernador, apoyado por todas las fuerzas de izquierda y más allá, enfatizo que “proponía un gobierno radicalmente distinto donde [los zulianos] se sientan actores y no meros objetos de la acción estatal”. Planteaba la necesidad de la designación de un fiscal anticorrupción, la creación del Defensor del ciudadano, inexistente para la época y la elección de los Prefectos en consulta con las asociaciones de vecinos, así como la erradicación de la recluta militar, y la creación de una Secretaria de Asuntos Territoriales Fronterizos. Consideraba a la noción de zulianidad como el eje de su propuesta.


Durante las campaña le dieron dos yeyos que minimizaron su presencia en la misma y que fueron los síntomas de la enfermedad que lo aquejaba.


En cuanto a la elección propiamente, días antes declaró con vehemencia: “No puedo perder estas elecciones, por una razón numérica irrebatible. Maracaibo tiene más votantes que todos los demás (…) municipios. Entonces si llego a tener una mayoría aquí, con un margen de ventaja considerable (…) y pierdo los otros (…) no puedo dejar de ganar el domingo. Y todo indica que mi ventaja en Maracaibo es muy grande; está alrededor del 20 %. Si además se suma que estoy ganando en Cabimas, entonces tengo el 70 % de la votación. No hay manera pues de perder las elecciones”. Sin embargo, las actas fueron manipuladas, muchos testigos abandonaron las mesas luego de que el CSE informara, fraudulentamente, que Oswaldo Álvarez Paz iba ganando, lo cual era falso. Finalmente lo dieron como ganador.

Un día después, Luis reconoció el triunfo y afirmaba que lo más invalorable de los resultados era la derrota política de Américo Araujo y AD, puesto que el esquema bipolar que imperaba en el Zulia, desde hacía más de 20 años, se había roto, ahora es tripolar. Además, el candidato de Américo Araujo, Omar Barboza, llegó de tercero.

Ocho mese después, luego de intentar varios tratamiento y un mes antes de cumplir los 43 años, Luis Hómez muere en su casa. El diagnóstico fue glioblastoma múltiforme (cáncer en el cerebro). Ese 28 de agosto de 1990, que nunca olvidaré, me dio la noticia Oscar Rincón a primera hora de la mañana. No supe qué decir ni qué hacer, tan sólo atiné a comunicárselo a varios compañeros y me fui a su casa, allí su esposa nos pidió que no lo dejáramos solo y entonces nos dirigimos al Hogar Clínica San Rafael, donde lo velarían.

La Basílica de La Chinita, la calle Derecha y la Plazoleta resultaron insuficientes para albergar a todo un pueblo que fue a despedirlo, y que le brindó uno de los más estrepitosos aplausos que recuerde el recinto religioso. Se realizó una misa de cuerpo presente, oficiada por seis sacerdotes. El pueblo lo recibió con el Himno Nacional, coreando, una y mil veces “Luis, amigo el pueblo está contigo”. También retumbó La Grey zuliana y la canción Para los valientes de Alí Primera. Cuando salía de La Basílica, repicaron las campanas en señal de duelo colectivo. El pueblo del Zulia despidió a Luis Hómez - ese momento que nadie olvidará- con 15 salvas de artillería. Más de 10.000 mil personas le rindieron honores.

Luis Hómez fue calificado como El Primer Valiente. El pueblo también lo llamó El Defensor del Zulia. Nosotros lo consideramos Patrimonio Espiritual de la región. Más allá de estas definiciones, él es un símbolo zuliano de manera indiscutible. Es un texto vital de la Zulianidad, que habla de un tiempo y un espacio, de la política regional y nacional, donde dejó su impronta como ejemplo y referente ético permanente.



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